Entras a una casa desconocida, todo brilla con una luz amarillenta, como si estuvieras atrapado en una postal antigua, no logras que tus ojos se adapten a los colores, pero te gusta esa sensación cálida que empieza a recorrer tu cuerpo. Ves que alguien se acerca, lo reconoces bien aunque creías que ya lo habías olvidado, eres tú de pequeño, se acerca a paso tranquilo y te observa desde lejos como si no supiera si seguir caminando hacia ti; no sabes si quieres que se acerque. ¿Qué le vas a decir? ¿No debería haber un caos en el universo solo porque te encuentres de pronto con tu niño pasado? Él sigue caminando hacia ti, un poco dubitativo, pero a paso constante. ¿Tú? ¿Vas a correr?
Te quedas paralizado, el ambiente cálido de pronto te quema, te sientes enfermo, no soportas estar un segundo más ahí... De pronto él llega y te toma la mano:
— ¿Recuerdas cuando mamá murió? Papá se puso muy mal y tuvimos que ir a vivir con la abuela, tampoco a él lo volvimos a ver, todos dicen que se suicidó, pero nadie sabe dónde ni cuando... La abuela es buena, pero extraño a mamá...
— ¿De qué estás hablando? Mamá sigue viva, yo la fui a visitar hace poco, ella está perfecta de salud
— Mamá se enfermó cuando yo era muy pequeño, yo no recuerdo muy bien cómo se veía, pero mi abuela tiene algunas fotos de cuando se casó con papá, ella tenía un cabello muy bonito, dicen que yo ya no la vi así, pero solo de esa forma la recuerdo... Papá no quiso saber nada más de mí después de lo que pasó, lo último que me dijo es que todo había sido mi culpa, pero yo no sabía nada de eso... La abuela tiene muchas fotos de papá cuando era pequeño, dice que yo...
Despiertas con el cuerpo empapado se sudor, te cuesta respirar y sabes que no podrás volver a conciliar el sueño, te levantas lentamente para no despertar a tu esposa, caminas hasta la cuna donde duerme tu hijo, apenas tiene cinco meses y luce tan tierno dormido, ojalá todo en tu vida fuera tan tranquilo como cuando lo ves dormir. Revisas el reloj, las 5:30, en media hora tienes que vestirte para acompañar a tu esposa a su segunda sesión de quimioterapia...
lunes, 30 de diciembre de 2019
miércoles, 13 de noviembre de 2019
De camino a casa
Caminas de noche por la solitaria calle, mientras viajabas en metro leías esa novela de terror que te tiene tan atrapada. No puedes evitar pensar en la cotidianidad en la que se desenvuelve toda la historia. Un ruido. Te sobresaltas un poco, pero descubres que solo fue un gato que tiró una lata vacía. Piensas en ese dicho tan popular "hay que temerle más a los vivos que a los muertos"... Te preguntas cómo será vivir en un país en donde realmente puedas asustarte más por cosas paranormales que por llegar sana y salva a casa.
La oscuridad te absorbe, hay momentos en los que no puedes evitar pensar que alguien aparecerá de la nada ¿Vivo o muerto? ¿Realmente hay forma de reconocerlo cuando no puedes distinguir bien ni tus propios pasos? Malditas calles oscuras que nadie se preocupa por iluminar... También te gustaría vivir en un país en donde no deba aterrarte la falta de luz.
Al fin llegas a una calle más iluminada, no sabes si te preocupa más el frío de las calles vacías o ese auto enorme que tapa la mitad de tu campo visible. Recuerdas todas las precauciones que debes tomar al caminar, sobre todo, tratas de mantener esa falsa seguridad que crees que siempre te va a salvar.
Doblas en la esquina y alcanzas a ver una sombra a mitad de la calle. No distingues si se trata de una persona y ya no sabes si estás más asustada por lo que venías leyendo o por el mundo real. "No vuelvo a leer terror cuando tenga que regresar sola a casa" te repites mientras te convences de que solo es eso lo que te tiene inquieta, te acercas un poco más y te detienes en seco. Frente a ti la figura difusa de un jorobado pálido, con una gabardina enorme y sin la mitad del rostro. No puedes gritar, ni correr, pero no puedes evitar pensar que, sea vivo o muerto, esa persona te dejó helada la sangre. Sigues paralizada mientras ves que la sombra deforme se acerca cada vez más. Sabes que tienes que huir de ahí, pero no puedes mover ni un músculo, empiezas a creer en todas las historias de brujería que has leído a lo largo de tu vida. ¡Un hechizo! ¡Es claro que estás bajo el efecto de un hechizo! ¿Y ahora qué pasará contigo?
La sombra se detiene unos segundos cerca de un auto estacionado, al fin se levanta y logras verlo bien, es un joven que trataba de limpiar una mancha de salsa de la parte baja de su gabardina. Él pasa a tu lado y no puedes evitar sonreír aliviada, cuando lo nota te sonríe de vuelta y sigue su camino.
Empiezas a caminar normalmente, aún no sabes si tienen razón los que dicen que hay que tener más miedo de los vivos... Lo único que sabes es que no volverás a leer ese libro antes de caminar por calles solitarias durante la noche.
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