De la nada, un ruido ensordeció toda la habitación. Eso fue lo último que ella escuchó.
Empezó a sentir la cabeza muy caliente y las manos heladas, y en la penumbra, alcanzó a distinguir una sombra oscura con una sonrisa nostálgica
– ¿Realmente eres tú? – Pronunció con tan solo un hilo de voz
Y sucumbió feliz al sueño eterno.
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